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Del triálogo al diálogo

Por: Raúl Bretón

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Aún no hemos cerrado la página del Big 3 porque Djokovic insiste y resiste, cuando ya tenemos de frente lo que todo indica será una dictadura de dos vías que amenaza con dejarle pocos márgenes al resto de jugadores durante al menos una década. Del arte de Federer, la pasión de Nadal y la versatilidad de Djokovic, el tenis ha pasado a la potencia disciplinada de Sinner, y al juego todoterreno de Alcaraz. Es mal momento para ser tenista profesional y conformarse con las migajas que dejan caer los que mandan e imponen en la cancha. Sinner y Alcaraz solo coinciden en su consistencia ganadora. Son jugadores distintos con personalidades disímiles. Mientras Sinner se aferra a su trinchera de juego profundo desde la línea de base, desde donde muestra una facilidad pocas veces vista en este deporte para dibujar ángulos imposibles impregnados de potencia, Alcaraz recurre a la variedad, a sus cambios de velocidad, mostrando un repertorio de golpes difíciles de anticipar. Un constructor de puntos que juega al desgaste de su adversario, sin contar con el poder de los drives cruzados y paralelos de Sinner, pero siempre confiando en sus golpes de excesivos topspin que, salvando las distancias, hacen recordar a Nadal. Hay algunos que dicen que Alcaraz es la perfecta mezcla de lo mejor de cada uno del Big 3: La inteligencia de Federer, el corazón de Nadal y la audacia de Djokovic. Sin duda que es un jugador más completo que Sinner, a pesar de la evidente ventaja que saca el italiano cuando logra imponer sus dictámenes en los choques entre ambos. Si en el circuito hay varios jugadores que pueden en algunos momentos descifrar la versatilidad del juego de Alcaraz, lo cierto de todo es que actualmente, el único jugador que posee las condiciones para detener la embestida de Sinner es precisamente Alcaraz y su juego coral que incomoda al actual número 2 del mundo. Líneas paralelas hasta lejos de las canchas. Mientras Sinner encuentra la paz en las plácidas y apacibles calles de su pueblo San Candino, al norte de Italia, Alcaraz sale a buscar el relajamiento en las alegres calles de Ibiza, compartiendo con amigos de bar en bar, encontrando en la diversión el atajo idóneo para olvidar, aunque sea por un momento, el desgaste físico y mental que supone competir al nivel que sólo dos logran actualmente en el mundo del tenis.

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