Yesavage, el arte de lanzar
- Raul Breton

- Oct 30
- 2 min read

Por: Raúl Bretón
Si el lanzador tiene una mecánica armoniosa de sus movimientos, si utiliza todos los ángulos de la zona de strike variando la velocidad de sus pitcheos, demostrando pleno dominio de su repertorio, de la situación de juego y del bateador de turno, entonces ha logrado convertir el montículo en la silla de Van Gogh, la pelota en óleo y la mascota del receptor en el lienzo perfecto. Eso es arte. Trey Yesavage tiene solo mes y medio en las Grandes Ligas. Aunque el semblante de su rostro delata nerviosismo ante la responsabilidad que conlleva una Serie Mundial, lo cierto de todo es que su comportamiento está más cerca del punto seguridad de un veterano en estas circunstancias que la de un novato que meses atrás subía a los tristes montículos de escenarios vacíos de las ligas menores. Doce ponches en siete entradas y tan solo una carrera permitida. Pocas, muy pocas veces se ha visto una actuación similar a instancias de estas alturas de octubre para un lanzador llamado con carácter de urgencia de las menores en la recta final de una serie regular que definió el Este de la Americana en un photofinish entre Azulejos y Yankees. Savage no suele utilizar lanzamientos rompientes de bruscas caídas. En su repertorio posee un infrecuente slider. No tira sweeper, ese lanzamiento tan de moda que suele realizar un rompimiento vertical vertiginoso, pero es dueño un potente splitter que en su trayecto simula ser una recta. Quizás la característica principal de los movimientos de Yesavage descansa en su extremada altura de 7 pies y una pulgada al momento de lanzar la pelota, cuando el promedio de las Grandes Ligas es tan solo 5 pies y ocho pulgadas en una época en donde los lanzadores de tres cuartos son abrumadora mayoría, dejando a los que lanzan por encima del brazo en una minoría que comienza a verse extraña. Ese quizás sea uno de los puntos que hacen indescifrables sus lanzamientos de idénticas coordinaciones previas pero con distintas características en el efímero momento del envío, sea la recta de cuatro costuras, el tenedor de caída brusca, o el cambio de doce millas descendente con respecto a su bola rápida, con movimientos que se tornan difíciles de interpretar. La salida de Yesavage fue una clase magistral de cómo se materializa el arte de lanzar.






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