Solsticio de invierno.
- Raul Breton

- Dec 21, 2024
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Por: Raul Bretón
Oymyakon es el nombre del pueblo más frío del mundo. Esta comunidad siberiana resiste con frecuencia los 50 grados bajo cero durante las crudas semanas del invierno. Con asombroso estoicismo, sus más de 400 habitantes han rechazado las diversas propuestas del gobierno ruso de trasladarlos a ciudades con clima menos extremo. Es una muestra inequívoca que explica las capacidades de adaptación que la evolución le ha dado al ser humano. El hombre del paleolítico, en su constante andar por África y Eurasia, fue adaptándose a las inclemencias del tiempo. Tenía dos grandes retos: luchar para protegerse de los depredadores y buscar las maneras para enfrentar las condiciones extremas de las estaciones. Ninguna tan desafiante como el invierno. Estudios realizados a restos fósiles milenarios han demostrado cómo el invierno obligó a la evolución a rediseñar las características del cuerpo humano para poder adaptarse y sobrevivir. Las diferencias en constituciones físicas entre neandertales y homosapiens las condicionó en mayor escala el invierno. Así lo explica el árbol filogenético de nuestra especie, y en gran medida se debió a la obligatoria creatividad humana para enfrentar las inclemencias del frío extremo. Ha sido una larga batalla de cientos de miles de años que nos ha llevado desde la cueva y el fuego hasta la habitación climatizada al gusto del ser humano. Hoy en el hemisferio norte del planeta inicia el invierno. El 21 de diciembre indica el solsticio de invierno, es decir, desde hoy las noches irán perdiendo espacio de manera paulatina para darle más tiempo a la luz solar hasta alcanzar la igualdad durante el equinoccio de primavera. En principio, las actuales fechas navideñas fueron celebraciones por el comienzo del alargamiento de las horas diurnas que se interpretaba como el preludio de una época de renovación, optimismo y de mejor cultivo de alimentos. Desde aquellos remotos tiempos el mundo se divide en dos: los que ven en los días grises del invierno el pretexto perfecto para el pesimismo, la nostalgia y la melancolía, y los que encuentran esperanza y buenas sensaciones en la sutil cadencia de los rayos del sol. Prefiero estar en el segundo grupo, como los habitantes de Oymyakon.




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