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Luis Abinader ¿Hasta cuando?


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Por: Melvin Mañon

A Luis Abinader nadie lo respeta, muy pocos le temen y apenas sobrevive alguno de su antiguo club de simpatizantes.

¿Qué lo sostiene?

Una razón de época -entre otros factores- le han favorecido. Tarik Cyril Amar, un historiador y pensador alemán, refiriéndose al escándalo desatado en EEUU por las revelaciones sobre Jeffrey Epstein y al encubrimiento europeo de los autores del sabotaje que destruyó Nord Stream, el gigantesco gasoducto que llevaba gas natural de Rusia a Alemania escribe en RT: “Hubo una vez, hace ya mucho, mucho tiempo, que los escándalos ante la opinión pública tenían consecuencias, incluso en Occidente; por lo menos, algunas veces” Mas adelante añade: “Nuestras elites políticas en los Estados Unidos y en la Unión Europea han aprendido a no inhibirse, a que no les importen esos escándalos y, más importante aún, han aprendido a lograr que a nosotros tampoco nos importen, al menos, no lo suficiente”.

Una combinación de factores y circunstancias ha favorecido a Abinader. El país político no tiene claro que vendría después y, esa incertidumbre, ocupa demasiado espacio emocional y político. Otros, esperan que los EEUU actúen contra un narco estado pero, la debacle haitiana los inhibe y, otras prioridades, en Europa y Medio Oriente ocupan su atención y acaparan sus recursos. Esta isla es un lio de más de 22 millones de personas. ¿Quien quiere eso?

La sociedad, el llamado país político, entiende que nada distinto ni mejor puede esperar de Luis que tiene, cero capacidad de rectificación y ellos lo saben o lo temen. Evalúan el costo y los peligros de seguir 3 años más versus los riesgos de provocar un cambio.

Por su parte, el daño infligido por Luis ha sido y es nacional, multigeneracional y multisectorial, pero no de efecto inmediato porque la gente -aunque está ahí- no ve la deuda externa, la bancarrota de la agricultura ni la ruina del país en el plato de arroz y frijoles de todos los días; cuando lo vean, entonces será otra historia.

El país político no tiene la capacidad de actuar que históricamente tenía. Nadie ha montado un esfuerzo serio para destituir a Luis Abinader o forzarlo a renunciar entre otras razones porque nadie, en ese país político, ha sido lo suficientemente fuerte y resuelto para intentarlo y nadie en ese país político se ha visto como beneficiario directo de semejante empresa.

Los desatinos, atrocidades y perversidades instrumentados o permitidos por Luis Abinader contra la nación dominicana no tienen precedente en nuestra historia y, en cualquier otra época y/o en cualquier otro país, hubiera sido motivo suficiente para renunciar, destituirlo o de cualquier manera un pueblo sublevado deshacerse de ‘’ él”. Sin embargo, el descontento existente, aunque generalizado y en aumento, no ha alcanzado aun la temperatura necesaria.

Los actores políticos, empresariales y/o militares ya no tienen el poder de tumbar gobiernos como antes porque los sectores populares más hambreados no creen en ellos y, sin ese concurso, la sociedad política no acumula fuerza suficiente. Por lo tanto, hasta que los de abajo no se decidan a hacerlo, la sociedad política tiene que seguir soportando a Luis Abinader.

Entonces, cuando los desatinos de Luis se instalen junto al plato de arroz y frijoles, producto de las devaluaciones que son peores que la reforma fiscal los que todavía andan en chercha, en vicios, todo ese pueblo de los que no votan, los que trabajan, pero no construyen se lanzarán a las calles y, al hacerlo, recordarán y recogerán las denuncias que ahora no les importan o les importan poco. Ya habrá dejado de importar quienes en la sociedad política puedan aprovecharlo y beneficiarse.

En ese momento, solamente en medio de esas circunstancias y lejos de un proceso electoral tendrá efecto y consecuencias exigir la renuncia de Luis Abinader y la convocatoria a nuevas elecciones, aunque naturalmente, el pedimento ha de preceder en meses a su realizacion posible.

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