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Los franco tiradores de la lengua


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Este trabajo lo escribí hace unos años, pero de

pronto descubro que aún tiene vigencia y se lo

presento hoy, con algunas actualizaciones.

Por: Rolando Robles

Es una especie muy antigua que, por desgracia, no está en peligro de

extinción sino todo lo contrario, en franco proceso de evolución. Al igual

que los escualos, ha cambiado muy poco, en lo referente al aspecto y al

modus operandi. De hecho, los “malvados de la historia”, se comportan y

lucen hoy exactamente igual a como los describe el Génesis.

Esa inercia evolutiva, además de la condición de depredadores a tiempo

completo que los identifica, es el mortero que los mantiene unidos. Por lo

general, atacan en jaurías, enjambres o manadas, pero, hay ocasiones en

que actúan en solitario, como las serpientes.

Esta perorata viene a cuento, porque resulta de gran utilidad al momento

de definir la situación actual de las alimañas a que se refiere el título de

esta entrega: los “franco tiradores de la lengua”, que, aunque son tan

depredadores como los escualos y ciertos reptiles, se asocian mejor con la

especie de los malvados de la historia, que ya citamos.

Estos bichos, siguiendo los pasos del “foro público” de Panchito Prats,

ahora sin la mirada inquisidora del Jefe -que imponía cierta regulación- han

pululado y ocupado lugares prominentes en los medios de comunicación

dominicanos, convirtiéndose -ellos y los medios que les sirven de cubil- en

las principales fuentes de generación de opinión pública “fake” del país.

Hay que reconocer que aquí en Nueva York, esa desaprensiva especie no

tiene el mismo impacto que en Santo Domingo; pero no es por falta de

deseo o malicia sino, por ciertas razones que el mercado local impone, por

ejemplo: el poco acceso a los medios, el régimen de consecuencias y las

limitaciones propias de los migrantes de primera generación.

La falta de recursos materiales e intelectuales, la no disponibilidad de

tiempo, etc.. Pero sobre todo, porque los emigrantes no pueden oír radio,

ver televisión o leer periódicos todo el día; claro, con algunas excepciones.


La maleza verbo-moral, se ha reproducido como la verdolaga, de forma

exponencial; y sucede el caso y viene a ser que, en nuestra media isla, de

10 millones de habitantes y 48,000 km2, hay más emisoras de radio y

canales de televisión -per cápita y por área- que en cualquier otro lugar del

planeta. Este hecho -que debía ser motivo de orgullo- por desgracia, sólo

explica la numerosidad de la fauna en cuestión; como se explica que

mientras más depósitos de aguas ociosas haya, mayor será la cantidad de

mosquitos y por tanto, mayor la presencia dañina del Dengue. De cierto

que la comparación nos ha resultado muy oportuna.

Mientras la gestación de los escualos y reptiles empieza por el contacto

que a su vez genera el huevo, en el caso de los “franco tiradores de la

lengua” -que en realidad son una sub especie de los malvados de la

historia- el apareamiento nefasto tiene lugar entre el arribismo y la

inversión de valores de la sociedad, anidados en la venalidad y la dejadez

del Estado, que sólo genera -cada cuatro años- gobiernos de minorías,

ejecutores de agendas parciales y sobre todo, clientelistas.

En este punto es necesario reconocer que desde hace un par de lustros,

en el país se ha ido construyendo una especie de resistencia colectiva al

flagelo éste de la destrucción moral del prójimo con la difamación y la

injuria vil. Y ello se explica porque la historia se desarrolla en ciclos, y en

cada uno de esos períodos se registran cambios en uno u otro sentido.

Hoy se conocen casos en que los malvados han mordido el polvo de la

derrota en los tribunales.

En algunas oportunidades los agraviados por los marchitadores de honras

-que en realidad son extorsionistas con patente de corso expedida por la

apatía del Estado- han acudido a la justicia ante el daño recibido de forma

gratuita; aunque, son muy pocas las veces que se ha logrado la sanción

correspondiente.

Se sabe que doña Margarita Cedeño, ex vicepresidente y primera dama de

la Nación, don Guido Gómez Mazara y más recientemente doña Sarah

Pepén y su esposo don Affe Gutiérrez -para mencionar solo tres casos-

han logrado que la ley meta en cintura a los malvados. Pero, hay por ahí

otra lengua viperina que, haciéndose pasar por agente de seguridad de

USA, despotricó contra todo el que pudo y hoy, el “agente especial Ángel

Martínez” se pasea “cómodamente” por la ciudad capital exhibiendo un


costoso “guillo” en la canilla izquierda, mientras espera por la decisión

judicial.

Haciendo memoria, desde la caída de Trujillo a la fecha, quizás podamos

hablar de tan sólo un puñado de maleantes que ha tenido que tragarse su

veneno infame. En general, han salido muy bien plantados -los malvados-

del enfrentamiento con la Dama Vendada, que casi no alcanza a ver la

maledicencia intencionada o el escarnio brutal, contra cualquier persona o

entidad, que no pudo pagar el silencio cómplice o la lisonja zalamera; o

que simplemente, es un competidor de sus canallas protectores.

Para abotonar este asunto y sin abundar por el momento, debo establecer

que la diatriba pública se complica cuando se le agrega el componente de

la lucha política. Ahora, en tiempos de campaña, es posible que este mal

se eleve a la categoría de epidemia, motivado por el atraso y la falta de

responsabilidad ciudadana de nuestra gente.

Como dije antes, recientemente y a pesar de que aún no han cambiado las

condiciones que generan su existencia, “los franco tiradores de la lengua”,

han recibido algunos reveses; dos o tres solamente. Pero son suficientes

para creer que la sabiduría popular no se equivoca, en especial cuando

dice, a través del viejo refrán que: “No hay mal que dure cien años”

¡Vivimos, seguiremos disparando!

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