Los franco tiradores de la lengua
- Raul Breton

- Nov 23
- 4 min read

Este trabajo lo escribí hace unos años, pero de
pronto descubro que aún tiene vigencia y se lo
presento hoy, con algunas actualizaciones.
Por: Rolando Robles
Es una especie muy antigua que, por desgracia, no está en peligro de
extinción sino todo lo contrario, en franco proceso de evolución. Al igual
que los escualos, ha cambiado muy poco, en lo referente al aspecto y al
modus operandi. De hecho, los “malvados de la historia”, se comportan y
lucen hoy exactamente igual a como los describe el Génesis.
Esa inercia evolutiva, además de la condición de depredadores a tiempo
completo que los identifica, es el mortero que los mantiene unidos. Por lo
general, atacan en jaurías, enjambres o manadas, pero, hay ocasiones en
que actúan en solitario, como las serpientes.
Esta perorata viene a cuento, porque resulta de gran utilidad al momento
de definir la situación actual de las alimañas a que se refiere el título de
esta entrega: los “franco tiradores de la lengua”, que, aunque son tan
depredadores como los escualos y ciertos reptiles, se asocian mejor con la
especie de los malvados de la historia, que ya citamos.
Estos bichos, siguiendo los pasos del “foro público” de Panchito Prats,
ahora sin la mirada inquisidora del Jefe -que imponía cierta regulación- han
pululado y ocupado lugares prominentes en los medios de comunicación
dominicanos, convirtiéndose -ellos y los medios que les sirven de cubil- en
las principales fuentes de generación de opinión pública “fake” del país.
Hay que reconocer que aquí en Nueva York, esa desaprensiva especie no
tiene el mismo impacto que en Santo Domingo; pero no es por falta de
deseo o malicia sino, por ciertas razones que el mercado local impone, por
ejemplo: el poco acceso a los medios, el régimen de consecuencias y las
limitaciones propias de los migrantes de primera generación.
La falta de recursos materiales e intelectuales, la no disponibilidad de
tiempo, etc.. Pero sobre todo, porque los emigrantes no pueden oír radio,
ver televisión o leer periódicos todo el día; claro, con algunas excepciones.
La maleza verbo-moral, se ha reproducido como la verdolaga, de forma
exponencial; y sucede el caso y viene a ser que, en nuestra media isla, de
10 millones de habitantes y 48,000 km2, hay más emisoras de radio y
canales de televisión -per cápita y por área- que en cualquier otro lugar del
planeta. Este hecho -que debía ser motivo de orgullo- por desgracia, sólo
explica la numerosidad de la fauna en cuestión; como se explica que
mientras más depósitos de aguas ociosas haya, mayor será la cantidad de
mosquitos y por tanto, mayor la presencia dañina del Dengue. De cierto
que la comparación nos ha resultado muy oportuna.
Mientras la gestación de los escualos y reptiles empieza por el contacto
que a su vez genera el huevo, en el caso de los “franco tiradores de la
lengua” -que en realidad son una sub especie de los malvados de la
historia- el apareamiento nefasto tiene lugar entre el arribismo y la
inversión de valores de la sociedad, anidados en la venalidad y la dejadez
del Estado, que sólo genera -cada cuatro años- gobiernos de minorías,
ejecutores de agendas parciales y sobre todo, clientelistas.
En este punto es necesario reconocer que desde hace un par de lustros,
en el país se ha ido construyendo una especie de resistencia colectiva al
flagelo éste de la destrucción moral del prójimo con la difamación y la
injuria vil. Y ello se explica porque la historia se desarrolla en ciclos, y en
cada uno de esos períodos se registran cambios en uno u otro sentido.
Hoy se conocen casos en que los malvados han mordido el polvo de la
derrota en los tribunales.
En algunas oportunidades los agraviados por los marchitadores de honras
-que en realidad son extorsionistas con patente de corso expedida por la
apatía del Estado- han acudido a la justicia ante el daño recibido de forma
gratuita; aunque, son muy pocas las veces que se ha logrado la sanción
correspondiente.
Se sabe que doña Margarita Cedeño, ex vicepresidente y primera dama de
la Nación, don Guido Gómez Mazara y más recientemente doña Sarah
Pepén y su esposo don Affe Gutiérrez -para mencionar solo tres casos-
han logrado que la ley meta en cintura a los malvados. Pero, hay por ahí
otra lengua viperina que, haciéndose pasar por agente de seguridad de
USA, despotricó contra todo el que pudo y hoy, el “agente especial Ángel
Martínez” se pasea “cómodamente” por la ciudad capital exhibiendo un
costoso “guillo” en la canilla izquierda, mientras espera por la decisión
judicial.
Haciendo memoria, desde la caída de Trujillo a la fecha, quizás podamos
hablar de tan sólo un puñado de maleantes que ha tenido que tragarse su
veneno infame. En general, han salido muy bien plantados -los malvados-
del enfrentamiento con la Dama Vendada, que casi no alcanza a ver la
maledicencia intencionada o el escarnio brutal, contra cualquier persona o
entidad, que no pudo pagar el silencio cómplice o la lisonja zalamera; o
que simplemente, es un competidor de sus canallas protectores.
Para abotonar este asunto y sin abundar por el momento, debo establecer
que la diatriba pública se complica cuando se le agrega el componente de
la lucha política. Ahora, en tiempos de campaña, es posible que este mal
se eleve a la categoría de epidemia, motivado por el atraso y la falta de
responsabilidad ciudadana de nuestra gente.
Como dije antes, recientemente y a pesar de que aún no han cambiado las
condiciones que generan su existencia, “los franco tiradores de la lengua”,
han recibido algunos reveses; dos o tres solamente. Pero son suficientes
para creer que la sabiduría popular no se equivoca, en especial cuando
dice, a través del viejo refrán que: “No hay mal que dure cien años”
¡Vivimos, seguiremos disparando!






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