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Las relaciones de Colombia con China



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El viaje de Petro a China y la posibilidad de que Colombia sea parte de la Franja y Ruta de la seda amerita una mirada histórica a los flujos y pliegues de las relaciones diplomáticas (en sentido amplio, más allá del estadocentrismo) entre lo que hoy es Colombia y China.

En lengua china, China (zhongguo 中国) significa Reino del Medio o Reino Central, y este nombre fue instalado durante la dinastía Zhou (1046 antes de nuestra era común -a.c-hasta 256 a.c.) y significa centro geográfico, político y cultural del mundo, pero también el lugar intermedio entre los cielos y el resto de las civilizaciones. El nombre le definió un horizonte y un plan maestro que el gigante asiático ha tenido desde hace tres mil años, en medio de rebeliones, revoluciones y otros pliegues de la historia.

El resto del mundo se ha relacionado de diferentes modos con China y en diferentes niveles, cultural, político, económico, militar, mediante diferentes formas de la diplomacia [los tratos diplomáticos no solo ocurren entre estados, también entre pueblos, partidos y personas]. Propongo, de manera general, tres tropos que han orientado históricamente nuestras relaciones diplomáticas con China: el tropo orientalista-exotista, el tropo revolucionario y el tropo comercial, no como una secuencia lineal, sino como un proceso que mezcla nuestros deseos, mentalidades y reacciones ante el Reino del Medio.

El tropo orientalista

La relación de lo que hoy es Colombia con China ha hecho parte de los pliegues y flujos de la ecología-mundo capitalista. En el siglo XVI el imperio español, siguiendo el “manual” colonial de la conquista de América trató de invadir a China, pero le fue imposible. Eso sí, se apropió de las islas Filipinas, nombradas de manera imperialista en honor del rey Felipe II. Ya para entonces China era imaginada como un paraíso de materialidades apetecibles, seda, porcelana, recursos finos. Colón quería llegar a Catay (como los europeos llamaban a China). Es posible que guerreros indígenas de la América conquistada hubieran estado al servicio de España (incluidos de la actual Colombia) y participaran en las campañas fracasadas de conquista de China y sometimiento de Filipinas.

Tras las guerras de independencia y formada la naciente república, se dio otro pliegue de nuestro territorio en el seno de la ecología-mundo. Las potencias coloniales de Inglaterra, Francia, Prusia y Estados Unidos trataron nuevamente de subyugar a China, la sometieron a guerras racistas y le impusieron a su pueblo el consumo de opio para adormecerlo y dominarlo. Pero la dominación no fue competa aunque puertos claves como Hong-Kong quedaron bajo el capitalismo occidental.

Además de seda y porcelana, las relaciones de dominación racista colonial hicieron codiciado otro producto de China, trabajadores esclavizados denominados despectivamente culíes (trabador de carga – mano de obra barata de procedencia china e india). Y fue en ese flujo de personas y otras mercancías que apareció el gran neogranadino NICOLÁS TANCO ARMERO (1830 – 1890), como comerciante de culíes hacia Cuba y hacia las obras del ferrocarril de Panamá.

A esa diplomacia esclavista de Tanco Armero se sumó una suerte de diplomacia cultural imaginativa con que poetas como Rubén Darío, Amado Nervo, José Asunción Silva y Guillermo Valencia (padre del nefasto Guillermo León “violencia” y abuelo de Paloma Valencia y traductor de poesía china) exotizaron a China y contribuyeron con Europa a su orientalización. Leamos este verso de Silva:

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